El apagón eléctrico sufrido el 28 de abril en varias zonas de España, Portugal y el sur de Francia ha puesto de manifiesto una realidad preocupante: la vulnerabilidad de las personas con discapacidad y movilidad reducida ante situaciones de emergencia.
Aunque la interrupción del suministro fue temporal, sus consecuencias fueron especialmente graves para quienes dependen de sistemas eléctricos para su autonomía personal, su salud o su seguridad. Lo que para muchas personas fue una incomodidad momentánea, para otras supuso quedar atrapadas, inmovilizadas o expuestas a riesgos importantes.

Una emergencia desigual
Durante el apagón, se vivieron situaciones que reflejan una falta estructural de accesibilidad y de preparación en nuestras ciudades y edificios. Algunas de las principales problemáticas que enfrentaron las personas con discapacidad fueron:
- Ascensores fuera de servicio: Personas usuarias de sillas de ruedas quedaron aisladas en sus viviendas o sin poder acceder a ellas. Esta situación afectó también a quienes requieren cuidados médicos o tienen horarios estrictos para tratamientos.
- Dispositivos de apoyo sin alimentación eléctrica: Sillas de ruedas eléctricas, equipos de respiración asistida, camas articuladas, grúas de traslado o comunicadores electrónicos dejaron de funcionar o lo hicieron con una autonomía muy limitada, poniendo en peligro la salud y bienestar de muchas personas.
- Falta de protocolos de evacuación inclusivos: En edificios públicos, universidades u oficinas, la ausencia de planes adaptados obligó a muchas personas con movilidad reducida a depender exclusivamente de la ayuda improvisada de terceros para salir con seguridad.
- Imposibilidad de repostar combustible: El fallo eléctrico afectó también a las estaciones de servicio, impidiendo que algunas personas pudieran volver a casa o recibir asistencia, viéndose obligadas a pasar la noche en sus vehículos.

La accesibilidad como prioridad
Lo sucedido el 28 de abril demuestra que la accesibilidad no puede seguir siendo opcional. Los sistemas de emergencia deben estar diseñados pensando en todas las personas, especialmente en aquellas que enfrentan barreras estructurales en su día a día.
Desde Impulsa Igualdad Murcia insistimos en la necesidad urgente de:
- Implementar sistemas de respaldo energético en edificios residenciales y públicos.
- Garantizar protocolos de evacuación accesibles, conocidos y practicados.
- Desarrollar redes de apoyo comunitario capaces de actuar con rapidez ante emergencias.
- Fomentar el acceso a fuentes alternativas de energía para personas que dependen de tecnología de apoyo vital.
Lo vivido debe servir como aprendizaje. Las políticas de inclusión y accesibilidad no pueden detenerse ante una crisis: deben ser el eje desde el cual se construye una sociedad verdaderamente segura y justa para todos y todas.